Sobre la nueva izquierda vasca

La nueva izquierda que surge en el País Vasco salta a escena con una retórica supuestamente revolucionaria, cuando realmente son los herederos de la izquierda abertzale y del stalinismo.

Publicado el 30/08/2022

Hemos visto cómo en los últimos meses el ambiente de la juventud nacionalista vasca se ha visto trastocado por el auge de GKS (Coordinadora juvenil socialista), la organización juvenil de una corriente nacionalista más amplia llamada MS (movimiento socialista). Desde marchas hasta enfrentamientos callejeros por el control de las txosnas (casetas típicas de las temporadas de fiesta) han sido noticia estos últimos tiempos. Los diarios de la pequeña burguesía vasca relatan el encuentro realizado hace unas semanas en Durango como parte de una «revolución». Para los partidos tradicionales de la izquierda abertzale, en realidad todo se reduce a un grupo de «violentos reaccionarios».

Pero, ¿de dónde han salido estas nuevas organizaciones? ¿Qué representan para la juventud trabajadora e internacionalista?

Los hijos de la izquierda abertzale

GKS nace oficialmente en 2019 como pilar y organización juvenil del MS. No obstante, su origen real es anterior. Las raíces de esta organización se pueden rastrear desde corrientes «disidentes» dentro de Ernai (la organización juvenil de Sortu) a Ikasle Abertzaleak («estudiantes patriotas», el sindicato estudiantil de la izquierda abertzale desde los 80) que se declaran desde el principio «opuestos a la izquierda abertzale». Es más, denuncian el nacionalismo del resto de la izquierda abertzale y parecen abrazar, de palabra, el internacionalismo. Sin embargo, si sus orígenes dentro del espacio del Movimiento de Liberación Nacional Vasco deberían hacernos como mínimo desconfiar un vistazo rápido al contenido de su página oficial (Gedar) saca a la luz rápidamente el concepto de internacionalismo de la organización.

«El Partido Comunista Internacional y el Estado Socialista Vasco forman parte de un mismo proceso», concluyen IA y GKS: «Entendemos que la libertad del País Vasco está ligada a la construcción internacional del socialismo, y lo entendemos en forma del Estado Socialista Vasco" (Del texto «El comunismo es la elección que nos une» de Gedar).

Como vemos, siguiendo una posición nada rupturista dentro del nacionalismo vasco, los autores del texto afirman que uno de sus objetivos es la «libertad del País Vasco» ligada a la construcción de un «Estado Socialista Vasco» que supuestamente sería solo posible bajo una «construcción internacional del socialismo». Sin duda estas formas aparentemente nuevas (junto a la ausencia de ikurriñas en los actos del grupo) pueden asustar a EH Bildu, Sortu y Ernai, pero no a los internacionalistas que vemos claramente en la supuesta complementariedad de la liberación nacional y el programa comunista el cuento patriótico de siempre. Pero, ¿entonces qué diferencia a GKS del resto de organizaciones juveniles patrióticas?

Ya hemos hablado claramente de un cierto cambio en el discurso que ha atraído a toda clase de sectores del stalinismo (y el trotskostalinismo) patrio. Una «nostalgia de la radicalidad» (en palabras de miembros de Bildu) que pesca hasta en movilizaciones antivacunas. Como asegura un miembro del sindicato abertzale LAB: «Nuestros padres eran del PNV y nosotros nos hacíamos de Herri Batasuna, y ahora nuestros hijos se hacen de GKS». Claramente no estamos ante una escisión dentro del movimiento nacionalista vasco, sino más bien a un reagrupamiento interno. Aunque tampoco podemos quedarnos aquí. No se trata únicamente de una disputa interna, sino más bien de un episodio más dentro de un fenómeno más general que se da hasta en otros movimientos juveniles patrióticos como Arran o el propio españolismo de un PCTE o un Frente Obrero.

Una nueva ofensiva nacionalista

Detrás de la confusión que estas mismas organizaciones promueven sobre sus posturas acerca de la «cuestión nacional» se encuentra la contrarrevolución de siempre. Evidentemente ninguno de ellos afirma abiertamente siquiera la cercanía con otras organizaciones como el Frente Obrero y sin embargo la tendencia que representan es común a todos ellos. Hemos visto este giro «socialista» (stalinista en realidad) dentro del españolismo y del catalanismo. Es más, sus propias acusaciones de traición a los partidos parlamentarios de la izquierda abertzale son esclarecedoras: ¿a quién ha traicionado el nacionalismo? Para los intereses de los trabajadores sería tan absurdo hablar de una traición de la izquierda abertzale como de cualquier otro movimiento reaccionario.

Entonces, ¿por qué esta supuesta renovación? En realidad nos encontramos ante dos tendencias que empujan a este fenómeno. Por un lado la siempre impotente revuelta pequeñoburguesa lleva a una radicalización en sus formas políticas que no puede ser encuadrada totalmente por los partidos parlamentarios, los cuales en ciertos sectores (sobre todo del ambiente estudiantil) por ahora minoritarios, desde Podemos hasta Bildu, dan señales de agotamiento. Que la base social de MS o del Frente Obrero sea fundamentalmente juvenil no es una coincidencia más. Por otro lado, la incapacidad creciente del aparato político para encuadrar a los trabajadores se convierte también, a falta de una organización revolucionaria, en el caldo de cultivo perfecto para que el patriotismo disfrazado de rojo busque nuevas bases. Son estos dos vectores, y no un «giro socialista» de la nada del que hablan los medios pequeñoburgueses, los que hacen de combustible para estos movimientos.

Al otro lado de las fronteras de clase

Entre libros de figuras clave de la contrarrevolución stalinista, como el destacado agente del stalinismo en España durante la Revolución española y dirigente del Partido Comunista Italiano, Palmiro Togliatti, el último gran acto del GKS ha buscado una retórica pseudorevolucionaria con la que apelar a una necesaria revolución socialista para conquistar un Estado vasco socialista. ¿Pero qué es el socialismo para estas organizaciones?

En la actualidad, grupos de lo más diverso se han venido a denominar socialistas. Lo cierto es que muchos tienen en común la idea del Estado como gestor del capital nacional manteniendo la explotación de una clase social por otra. Desde las reminiscencias del fascismo hasta los vástagos del stalinismo, la cuestión es quién maneja en sus manos el timón del Estado explotador. Los trabajadores no pueden ponerse bajo la bandera de estos falsos socialismos, que son las banderas de la pequeña-burguesía y de los aspirantes a la burocracia criminal que sólo concibe a los trabajadores como un rebaño que pastorear. (...)

El Socialismo hoy en día debe suponer la organización consciente e independiente de los trabajadores por sus propios intereses, contra un capital empobrecedor y por la lucha hacia una sociedad sin clases, de productores libres e iguales, como conquista de la emancipación por la Humanidad.

¿Qué es el socialismo?

Los herederos de la izquierda nacionalista nos hablan de un socialismo antagónico al propio socialismo. Un antisocialismo envuelto en la bandera roja que sólo lleva a reforzar las posiciones reaccionarias de siempre, en este caso el nacionalismo heredero del stalinismo y aquellos que escudándose en la defensa del socialismo en un solo país defendían las tendencias contrarrevolucionarias en la Rusia soviética y que imposibilitaban las perspectivas revolucionarias en el resto del mundo.

La hora actual nos señala la necesidad del socialismo mundial, el cual pasa por una revolución de carácter internacional. La organización del proletariado no pasa por una perspectiva de liberación nacional sino por la perspectiva de una liberación social de los trabajadores por encima de nacionalidad, sexo y de cualquier identidad.